¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

sábado, 28 de julio de 2018

Todos merecemos, y necesitamos, refuerzo positivo:


Sangre, heridas, huesos rotos, cicatrices, moratones y dolor. Eso nos compone a todos, nos guste o no admitirlo. Están ahí: dentro, fuera, por la piel y también por el alma, el corazón, por la mente y por el interior de nuestra garganta. 

Estamos machacados, como si una apisonadora nos torturase casi a diario. Estamos desgastados y estamos cansados. El cuerpo pesa, es como si llevásemos una armadura, sin embargo nos miramos al espejo y sólo vemos el semblante de siempre, el de cada día. No notamos cambios a simple vista, no vemos la espalda más cargada, no vemos los brazos más caídos ni las rodillas más hinchadas. Pero lo sentimos dentro, en un lugar que está más allá del físico. Tenemos dolorcitos, escozores y muchas, pero que muchas cosas, que aún nos sangran y nos hacen sufrir.

¿Cómo no vamos a estar así? Vivimos en una sociedad que nos machaca constantemente. Se nos exige de manera continuada sin darnos ni un sólo respiro. Se nos pone, una y otra vez, entre la espada y la pared, mientras también sentimos como si andásemos en un hilo muy fino que amenaza con ahorcarnos o cortarnos una pierna o un brazo. 

La crudeza, que hemos normalizado y a la que nos hemos acostumbrado, es la crueldad con la que vivimos a diario y que digerimos como un menú rutinario. Sin embargo, por encima de todos estos llantos, de éstos estados de olas y vaivenes, existe una única cosa que consigue apaciguarnos, que se siente como bálsamo mágico: el amor. 

El amor en todo. Y constantemente somos y damos amor, incluso aunque nos encontremos en un momento de nuestra vida como si fuese una guerra encarnizada y nosotros, mal heridos, aún nos resguardamos tras una trinchera. Sin embargo, incluso en nuestros momentos más envenenados, estamos para aquellos que nos aman, para nosotros... Con la mejor de nuestras intenciones, con el mejor de nuestros amores. Aunque a veces tenemos la mejor de nuestras intenciones, nuestros actos pueden estar distorsionados por subjetivas percepciones y formas de hacer las cosas. Y aquí podemos mirar una de esas "grandes heridas de la humanidad" (algún día escribiré sobre esto) que es la herida de que vivimos rodeados de un refuerzo que constantemente señala todo lo que hacemos mal, que constantemente nos dice que no somos suficientes, que constantemente nos convence de que ninguno de nuestros esfuerzos es "el esfuerzo" para llevarnos a donde queremos o deseamos. Pero esto, con lo que vivimos a diario, es sólo una falsa fachada para seguir introduciéndonos de lleno de un patrón habitual, en una conducta, que nos condiciona siempre a seguir alimentando las necesidades de un sistema vacío de corazón. 

Lo cierto es que lo que nos ha generado es una brecha profunda en el alma, una brecha que parece calmarse cuando recibimos refuerzo positivo. El refuerzo positivo es un poderoso alivio para aquellos que se sienten asfixiados, es decir, para todos. Es lo único que nos ayuda a dejar de odiarnos a nosotros mismos, es lo único que nos para cuando desvaloramos nuestros progresos materiales, psicológicos, emocionales y espirituales. Es el único antídoto para nuestra baja autoestima, es lo único que detiene nuestra conducta autodestructiva... Es bálsamo, agua para la sed, es tierra para los pies y es, sinceramente, paz para el corazón que está atormentado de escuchar una cabeza que siempre le repite la misma cantinela dañina y drenante. 

Todos merecemos, y necesitamos, refuerzo positivo como agua de Mayo. El refuerzo positivo, hacia tu propia persona, te ayudará elevando la perspectiva de ti mismo y creará estados de paz donde, por unos días, meses o unos leves instantes, podrás disfrutar de la merecida paz. El refuerzo positivo, hacia aquellos que conoces, les ayudará a ver la otra cara de si mismos. 

Los seres humanos muchas veces no somos capaces de vernos completos. Esto ocurre cuando no somos capaces de apreciar nuestras sombras sin avergonzarnos. Pero también pasa, por increíble que parezca, con las partes más positivas de nuestra persona. 

Compartir admiración, agradecimiento, afirmaciones positivas... Sobre lo que los demás hacen, sobre quienes son los demás, sobre qué logran los demás... No es complacencia, tampoco es colocarles en un pedestal de ídolos, es una forma de trabajar como mensajeros del universo. Nuestras palabras son una magia importante para crear, para crear como materia y también para crear en el interior de cada uno. Lo que elegimos compartir verbalmente, es también una manera de colaborar (o no) a favor del universo. Es por esto que yo creo que cuando recibes refuerzo positivo de una persona, es que esa persona en ese instante está trabajando como mensajera del cosmos y el cosmos te está diciendo que es hora de darse cancha y aligerar la caña con la que estamos tan acostumbrados a maltratarnos. 

Siento que todos sabemos que constantemente hacemos cosas mal, que estamos condenados a una percepción irreal de perfección, que buscamos como objetivos cosas inalcanzables porque son ideales sociales que nos atormentan... Precisamente por esto, el refuerzo positivo funciona como la otra cara de la moneda. Y sencillamente, nos ayuda a apreciarnos a nosotros (y a los demás) de una manera más saludable. 

Como humanos no sólo nos toca ponernos fuertes y luchar a contra corriente. También nos toca, y merecemos, caricias de todo tipo... Y el refuerzo positivo es una de esas caricias que llegan al alma y nos insemina con una luz impresionante. A través el refuerzo positivo podemos hacer las paces con esa perspectiva negativa que tenemos hacia la vulnerabilidad... Porque todos somos vulnerables, pero no todos nos atrevemos a decirlo y chillarlo a viva voz. 

Nadie nos ha enseñado a darnos refuerzo positivo a nosotros mismos, a lo mejor por esto en muchas ocasiones lo cargamos como una carencia afectiva. Y también eque en muchas ocasiones podemos verlo como algo negativo cuando, por ejemplo, viene refuerzo positivo desde fuera, creyendo que se está estableciendo una necesidad emocional de apego insano. Sin embargo muchas veces ésta percepción subjetiva no es real. 

Lo que das a los demás, lo recibirás. Tomar el hábito de reforzar positivamente a los demás, te ayudará a reforzarte también positivamente a ti y también te ayudará a abrazar con humilde agradecimiento el refuerzo positivo que otros compartan contigo. Se nos olvida recordarnos, y recordar a los demás, que incluso con nuestras mierdas somos muy buenos. 

Se nos olvida decirnos, y decir a los demás, que estamos haciendo todo lo que podemos y que lo que podemos es el máximo de nuestra capacidad y debemos sentirnos orgullosos por eso. Se nos olvida repetirnos, y repetir a los demás, que somos valientes. Se nos pasa tener presente, y hacer que otros tengan presentes, que incluso con nuestros errores y nuestras peores cualidades hay algo mayor, algo que suma con nosotros y con todos los que nos rodean. No prestamos atención a ser objetivos con todo el camino que hemos avanzado y la cantidad innumerable de obstáculos que hemos superado, y tampoco prestamos atención en recordarle eso a los demás... La memoria humana a veces es selectiva con lo que menos nos conviene.

En un mundo que se encuentra con guerras internas y externas, que nos lleva al límite, que nos exprime, que nos hace sentir poca cosa, que nos desvincula de la humanidad y de su compleja psicología... Es hora de sacar a la luz una herramienta infalible y ancestral: reforzarnos positiva, y constructivamente, tanto a nosotros como a nuestro entorno, porque ellos también somos "nosotros".

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