¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

miércoles, 25 de abril de 2018

La intensidad femenina:



A veces resulta un poco difícil comprender qué es ser mujer rodeados por un sistema y una organización que lejos de favorecer nuestro enriquecimiento y nuestra sabiduría, nos lleva a caer dentro de profundos pozos rebosantes de autoconvencimiento. Este autoconvencimiento con el que nos han inculcado y criado nos ha hecho, de alguna manera, normalizar tratos injustos, etiquetas que nos sobran, definiciones que no son reales sobre nosotras y nuestra persona... De esta forma todo lo que emerge "intensidad femenina" ha sido etiquetado como histérico, descontrolado, salvaje (en el peor sentido), malo... Y todas las figuras femeninas que nos han ido acompañando desde la infancia han sido divididas en dos grupos; el grupo A lleno de princesas perfectas, sin inseguridades ni temores, con una completa confianza y certeza sobre si mismas, deseadas por el hombre encantador y ellas tan flamantes y perfectas... Y luego el grupo B mujeres que normalmente han sido las "malas de la película", llenas de terror, temores, rabia, odio, desconfianza, inseguridad que les lleva a una actitud "malvada" y un largo etcétera de lo "incorrecto" y lo "maligno".

Conforme vas creciendo y tienes la suerte de juntarte con hermosas mujeres que desnudan su alma frente a ti, como un símbolo de liberación y como una iniciación para tu persona, comprendes que esos dos grupos, más allá de todos los canales y medios que se utilizan para educar e inculcar a la sociedad, son dos caras de una misma moneda y esa moneda es una parte de la humanidad: las mujeres y más concretamente su sagrada feminidad.

Nosotras habitamos entre dos realidades que coexisten y convergen creándonos como humanos, como personas que somos. Esas realidades y dualidades son las naturalezas que nos componen, que son cambiantes, que nos cambian, que son transformadoras y que nos transforman. También son influenciadas por toda la energía femenina que hay en el mundo y por supuesto por todo aquello a lo que estemos expuestas.

Nosotras somos también esas mujeres decididas y con ganas de comerse el mundo, que creen en si mismas y se sienten poderosas, pero también somos ese mar de dudas, de incapacidad para vernos completas, de inseguridades que a veces nos llevan a comportamientos que más tarde creemos que son malos o lo que sea que vivamos cada una en nuestro camino de vida. Puede ser que al final fluctuemos entre esos dos espacios, hasta que decidimos aferrarnos a lo más lógico: somos humanas, imperfectas e intensas. Y la intensidad no es negativa, es la manera más poderosa de demostrar nuestra autoridad, nuestra fuerza y también nuestro valor. 

¿Y si reescribimos esos cuentos para niñas?...
¿Y si ampliamos nuestras miras para comprender qué es lo que ocurre en cada una de las mujeres implicadas en esa historia?...
¿Y si vemos que ambas mujeres implicadas somos nosotras mismas y no hay absolutamente nada malo en ello?...
 ¿Y si les otorgamos a todas esas "brujas" el trono que les corresponde?...
¿Y si quizás éste es un ejemplo de los ciclos y ceremonias de paso y evolución femenina que vive cada mujer?...

¿Y si Maléfica y La Bella Durmiente son la misma persona? Y quizás una parte importante de la sagrada intensidad femenina es precisamente esto... Observar nuestras dualidades, a veces enfrentadas y otras conviviendo en paz, sin que esto signifique algo destructivo contra nuestra persona y entendiendo que hay mucha autenticidad en la aceptación de nuestra capacidad metamórfica, de nuestras contrariedades que nos llevan a encuentros con nosotras mismas y a sabidurías que no alcanzaríamos de otra manera.

¿Y si en vez de juzgarnos por este mar de diferencias que forma parte de nosotras, comenzamos a comprendernos y amarnos así? Quizás ésta sea la manera más sana, real, eficiente de darlo todo al mundo, de dárnoslo todo a nosotras, de sentirnos completas y congruentes con nuestra indomable esencia y nuestra cualidad femenina más potente.

A lo mejor es momento de aprender de esas brujas malvadas, condenadas, juzgadas, etiquetadas y señaladas. A lo mejor es hora de estudiar su historia, de preguntarles, de comprenderlas, sin juzgar y sin convertir en malas a las princesas, con sororidad y abrazando así todo el abanico de realidad femenina que existe dentro de las mujeres, favoreciendo la liberación que tanto nos merecemos y soltándonos de lo impuesto que nos impide ser nosotras de la manera que más nos gusta, sin que esto signifique tener que seguir unas pautas establecidas por un sistema que nos encadena. Y aquí hay mucho de intensidad, porque quizás comprender qué es ser mujer es entender también éste fuego sagrado que vive con nosotras y con nuestras compañeras.

Gracias a Gothel, Cruella de Vil, Úrsula, Maléfica, La Reina (de blancanieves), La Reina de Corazones (Alicia en el País de las Maravillas), Madam Mim... Todas ellas han mostrado una realidad femenina muy poderosa, impresionante, autosuficiente y todas ellas han sido juzgadas por esa grandeza de su ser. Estos personajes también tienen características que empoderan a las mujeres, que les hacen reconocerse y que a pesar de ser cualidades positivas, han sido juzgadas como lo peor. Su papel ha sido una forma de sacrificio para llevarnos a abrir los ojos y ver cómo la sociedad se ha creído por completo todas éstas historias sin permitirse la posibilidad de entender más, de querer conocer el otro lado, esa parte que no nos han querido contar.

La intensidad femenina puede que sea también esto y no hay nada, absolutamente nada, de malo en ello.


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