Se me desmiga la rigidez cuando me mira. Y es que por mucho que intente ponerle y ponerme límites, algo se viene abajo inexplicablemente. Y en ese algo aparece otra naturaleza, diferente, más libre y más renovada.
Se me eriza la piel cuando me ve de lejos, aún sin haberme dado ningún beso. Y el corazón se me acelera unas horas antes del encuentro. Y en su ausencia me doy cuenta que cuando está presente, cuando está conmigo, mi propia presencia se vuelve algo aún más significativo... Me hace caer en la cuenta de que no soy sólo arena, piedras, aire, barro, lluvia del amazonas y huracanes del trópico, que soy todo eso y además un poco más, algo que ni siquiera las propias palabras podrían explicar.
No hay mariposas en éste recipiente humano, ni inquietantes cosquillas en las entrañas, es simplemente que cuando le veo se me agranda el pecho y siento esa fuerza de millones de colores que desde ese punto, de amor y encuentro, liberan cada uno de mis pensamientos.
Se me vienen abajo, con mucha elegancia, lo que siempre he creído y se me abre la mente a conceptos nuevos que nunca había imaginado. Y por si esto fuese poco, también te digo que cuando él está conmigo todo lo que es mi poder divino se alimenta fuerte, coge más energía, entusiasmo... Y es que cuando me desnudo el cuerpo, o el alma con las palabras, me mira sin decir nada y en su cara se ve todo lo que el corazón nunca pronuncia pero que tampoco calla.
Hay algo, algo de magia, en ésto de que otros te vea. Y cuando otros te ven, incluso dentro de lo más profundo de tus peligrosos pozos, de tus etiquetas, de esos pesos y esos arrastres que llevamos como justificación, como patrón, como bandera para autodefinirnos como personas... Cuando otros te ven así y aman incluso lo que para ti resulta imposible amar, se crea una unión íntima, sanadora, sagrada... Que está por encima de cualquier otra cosa.
Pues a eso he llegado cuando veo que no huye, incluso cuando yo me enrosco en lo más difícil. Me he dado cuenta de lo importante que es que un compañero te sienta, y aunque para mi de repente todo se convierta en inseguridades y todo vibre en esa frecuencia maldita, tiene esa habilidad que cuando él sopla con sus palabras y despeja con su mirada, lo que parecía gris y eterno se convierte de nuevo en una experiencia del pasado, la única manera de enseñarle que aunque soy buena la bondad no es lo único que llevo por dentro, que aquí hay también miedos, experiencias, heridas y cicatrices de las que duelen tanto que como alguien se acerque sólo a echarles un vistazo sientes que con la suave brisa de su respiración se abren de nuevo.
No puedo ofrecerle mucho más que quien soy y quien voy logrando ser, por eso lo único que puedo pedir es que ojalá esté tan presente en mis palabras como lo está en mi experiencia de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario