Vivimos la exposición, al exponernos, al exponerse. También vivimos para lo que está expuesto, para todo lo exterior. Y eso hasta cierto punto puede ser algo muy bueno, pero también algo muy malo.
Nuestras herramientas para exponer son también la que nos pueden ayudar a exteriorizar, aunque a veces las usamos de otras maneras. Pero por otro lado son las mismas que nos condenan a una sociedad que nos entretiene y nos hace perder el tiempo de puertas para afuera. Nos tiramos más tiempo mirando fuera de nosotros, que a veces olvidamos el mundo interno que tenemos... El cual es más extenso, poderoso, enriquecedor... Que toda la envoltura que sobre-protege el sistema en el que vivimos y los rolles que nos han colocado.
Y es que mientras andamos entretenidos somos más sumisos, más fáciles de controlar, le damos menos el coco, banalizamos con mayor facilidad y nos perdemos también con la misma habilidad. Por si esto fuese poco, el hecho de que estemos perdidos nos condiciona haciéndonos creer en ilusorias y enredosas trampas, que de no estar tan liados con esa "pérdida personal" podríamos solucionar en un pis-pás.
Cuando caemos en trampas somos carne de cañón y cuando somos carne de cañón, vendemos y regalamos nuestra libertad a otros a quienes no les pertenece. Precisamente caer en la cuenta de esto es, literalmente, despertar.
Las personas más acostumbradas a vivir "hacia el interior" encuentran que la sociedad que les rodea ya no tiene tantas maneras y mañas para atraparles. Todo es sobre-estimulación porque perder parte de esa sobre-estimulación sería concedernos un tiempo para nosotros y un tiempo para nosotros puede llevarnos a querer entrar adentro, saber quienes somos, qué hacemos aquí, cuál es la verdadera importancia de la existencia, cómo se vive todo en éste o en otros planos, cuales son las teorías que podemos investigar, como es nuestra capacidad emocional y cómo de real es nuestro don innato de la creación. Por eso es más fácil estar entretenidos, mirar fuera sin observar, dejarse caer en abismos de distracciones, pasatiempos y esparcimiento.
Quizás para vivir un sano y real "afuera" uno necesita vivir por más tiempo adentro, sin miedo. Un mirar los caminos del alma, un mirar los secretos escondidos en el cuerpo, en la mente, en el espíritu, en la persona, en la pasión, en la tristeza... Aprender a estar con uno sin que la distracciones sean más fuertes que el placer de encontrarse adentro de si mismo y sentirse, literalmente, como en casa. Quizás aquí está la técnica deseada, y sé que suena muy fácil en palabras y es muy difícil en hechos/rutinas, lo sé por propia experiencia.
En realidad nos engañamos con problemas que no existen, preocupaciones ilusorias y malos sabores de boca que son evitables. Todo esto se reduce considerablemente cuando uno consigue llegar adentro de si sin que suponga un trauma, simplemente disfrutando de la experiencia y del viaje de conectar con uno.
¿Quieres ir a las estrellas? Quizás el camino más corto para ello sea, precisamente, yendo al interior de ti.
¿Quieres viajar por el mundo? Quizás la manera más rápida de conseguirlo sea, primero, viajando adentro de ti.
¿Quieres materializar lo que deseas? Quizás el truco está en hacerlo materia en tu fuero interno.
De lo contrario puede que todo se convierta en tiempo perdido, en añoranzas que se lleva el pasado, en nostalgias de historias que acabaron, en aventuras que suenan a libro viejo, en circunstancias que no se dieron... Quizás por no ir más adentro es por lo que estamos destruyendo lo que hay por el exterior, porque a lo mejor no somos conscientes realmente de todo el desastre que tenemos en nuestras profundidades y que sólo arreglándolo ahí podremos hallar la manera para hacerlo también por fuera.
- Abre los ojos.- Me dijeron.
Entonces los cerré muy fuerte y me vi por dentro y comprendí que uno no puede abrir los ojos si no ha visto su lado más íntimo, profundo e interno.
Porque al final donde uno quiere volver, siempre, es al hogar y el hogar es sólo la llama que habita dentro de cada uno de nosotros.
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