¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

domingo, 19 de febrero de 2017

LA GENTE SÍ CAMBIA pero te duele aceptarlo.


Las personas cambiamos porque es parte de crecer y lo hacemos tanto para bien como para mal, no somos seres inmóviles aunque a veces nos guste pensar que sí. Yo creo en una teoría y es que cada día somos alguien diferente porque lo que nos compone, sobretodo a nivel emocional-psicológico, tiene cambios y esos cambios hace que ya no seamos los mismos de ayer. 

La gente SÍ cambia porque es una responsabilidad y una obligación de estar vivo, existen agentes externos, internos y situaciones incontrolables que te fuerzan a cambiar y por otro lado existen decisiones propias que también te motivan a generar un cambio dentro de ti. Todo ser humano vive en un cambio constante; aquello que nos estimula desde fuera nos produce cambios dentro (y viceversa).

Si no cambiásemos no podríamos evolucionar de manera individual ni colectiva, no podríamos tampoco adaptarnos a nuevas circunstancias ni a futuros que son completamente distintos a nuestro presente. Aprender y llevar a cabo esos aprendizajes forma parte de nuestra experiencia de cambio, del mismo modo que madurar, tomar elecciones o enfocar nuestro camino hacia un punto concreto... aunque nos encante chillar "la gente no cambia" eso es una mentira que nos vale como excusa para que el dolor sea menor ¿por qué? porque depositamos nuestra esperanza de cambio de una persona que conocemos y en motivos que no son los interruptores o inductores de esa transformación, por eso es mucho más fácil decir entre dientes que la gente no cambia. 

Aquí tenemos un dolor que nos cuesta digerir: la gente no cambia PARA TÍ, las personas cambian para si mismos. Empujar a una metamorfosis es un error que muchas veces nos trae disgustos... es como si intentas sacar a una oruga de su capullo cuando aún no ha cambiado todo su cuerpo, que se quedará sin ser oruga ni ser mariposa y seguramente morirá... En este caso si empujas a una persona, la persona no morirá pero lo que tengas con ella sí. 

Esta es la excusa perfecta en relaciones familiares; cuando pensamos que alguien que es importante para nosotros cambiará por el hecho de compartir sangre... y aunque para nosotros ese sea motivo más que suficiente es muy posible que para esa persona no lo sea, porque cada cual encuentra su motivación y su iniciador del cambio en cosas diferentes. Generalizar y pensar que todo lo que es válido para nosotros lo será también para los demás es una forma muy egoísta de ver el mundo. 

Creo que nadie debe nunca mantenerse esperando o esperanzado de que otra persona cambie, debemos observar a las personas como el cambio constante que son, igual que debemos observarnos a nosotros mismos pero de ahí a depositar una fe absoluta en que nosotros somos el mayor propulsor para estimular esa situación es un error, otro de esos errores egoístas y que generan apego, posteriormente también generan frustración, tristeza y desconsuelo infantil. Arrastrar la coletilla "es que si hubiera cambiado..." es una manera muy sencilla de tirar balones fuera y de creer que todo debe ser como lo implora nuestra cabeza loca.

Debemos vivir experiencias y son esas experiencias las que nos llevan a los cambios, algunos cambios son automáticos, otros necesitan de un periodo de realización más largo y otros forman parte de nuestra rutina, una rutina de cambio constante. Como seres sociales con capacidades para crear, generar, modificar... debemos comprender que siempre siempre vivimos en un cambio personal, todos lo hacemos aunque algunos lo proyecten de una manera más evidente hacia unas áreas de su vida y otros hacia otras, puesto que hay cambios que nacen de prioridades y de "filosofías y modos de vida". 

Cuando más nos disgustamos con el tema de los cambios es cuando nos enamoramos de alguien y pensamos que todo lo que va a ir bien es porque esa persona lo va a lograr gracias a su propio cambio. Aquí, de nuevo, tenemos esa actitud que he comentado antes... la actitud "esperanzadora hacia el cambio", esta forma de verlo solo nos hace comportarnos de una manera egoísta e impaciente. 

Constantemente estamos conociendo a personas, al menos en mi caso es así, cada persona te aporta algo y cuando te enamoras de esa persona no debes esperar que cambie por tí ni tu empujarle a que cambie cómo es o lo que hace... Mi frase favorita, ya lo sabéis es "hemos venido a jugar" y en las relaciones sentimentales el juego es muy pero que muy interesante. Siempre os comento que estar en relación ya implica de por si un cambio y a la vez hace emerger una parte de nosotros que no se da en el resto de ambientes de nuestra vida, esto es divertido si lo sabes coger positivamente a pesar de que la relación no termine del todo como quieres. 

El hecho de iniciarse en una relación ya supone un cambio para las personas implicadas en ella, pues cambia una condición social y afectiva de su vida, cómo se juegue después depende de cada "participante" y de la manera de adaptación que tengan, así como de la comunicación y de las prioridades. Cuando comenzamos algo con alguien nos arriesgamos a que las cosas no salgan bien, no pasa nada es parte de la vida, el problema se encuentra cuando nos obcecamos en que no han salido bien porque alguien debía cambiar y no lo ha hecho (normalmente no somos valientes para decir que el cambio lo deberíamos haber hecho nosotros y ponemos eso en la otra parte de la balanza, sea o no verdad), antes de llegar a esta conclusión es muy posible verse en una situación de "la espera del cambio" como yo la llamo, no es más que un absurdo juego mental donde nos negamos a aceptar la realidad tal y como es y preferimos idealizar situaciones e ilusionarnos con que se harán realidad... generalmente después viene la catastrófica verdad y nos da un par de hostias. 

Cuando terminamos una relación que ha pasado por un intervalo como este (o parecido) nos gusta amarrarnos a la idea de que la gente no cambia y que seguramente esa persona será así toda la vida (esto pienso que no es psicologicamente posible), aquí encontramos un pequeño consuelo a nuestros antojos emocionales, pero como yo soy la amiga seria y borde, pero ante todo sincera, voy a remarcar una cosa: esa persona sí cambia, cambia constantemente y lo hará a lo largo de toda su vida, te duele aceptarlo pero es la realidad... no te sientas culpable, simplemente no era el momento ni eras el estimulador de su metamorfosis y eso no significa que te quiera menos, que no te ame o que no le importase, significa que no era la circunstancia propicia para esa persona. Yo sé que es una mierda tener presente esta realidad y que duele muchísimo escucharlo, porque en lo más profundo de nuestro ser nos encanta ser "la persona especial que motive a alguien" cuando en realidad tenemos que aprender a vernos como "las personas especiales de nuestra propia existencia", esto es un poco más humilde y nos dará un apoyo basado en el amor propio. 

Si se te da la situación de que has vuelto con una persona con la que rompiste, algo que hemos hecho todos, ten por seguro que esa persona en tu ausencia ha sufrido un cambio y no es la misma. Si por algún casual sientes que ese cambio no ha sido en referencia contigo o con la relación y vuelves a notar que todo toma el mismo camino, no te hieras ni te culpes y tampoco culpes a la otra persona, seguramente la prioridad de su ser era cambiar en otros aspectos de su persona que por desgracia no estás pudiendo observar ni disfrutar porque tu visión, que seguramente se ha convertido en una obsesión, es hacia una relación idílica donde todo cumpla con tus expectativas (que malas son las expectativas...). En otras ocasiones, puede ser que esa persona si cambie, pero tampoco sientas que es porque tú eres la persona excepcional y más especial del mundo, dale ese regalo a si mismo... es decir, comprende que es una decisión personal tomada después de un consenso dentro de si mismo donde ha priorizado por SU BIENESTAR y no por el tuyo, no hay nada malo en verlo así de hecho os hará sentir más liberado a ambos. 

Somos jugadores observando y haciendo nuestras propias jugadas... que no se te líe la vida creyendo en cosas que son equivocadas. 

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