¿Quién sabe de amor? ¿El humano sabe de amor?
Bueno, déjame reír alto y bajo porque soy bastante incrédula con eso.
Quizás esos dioses de las estrellas o los del agua...
Bueno, déjame reír alto y bajo porque soy bastante incrédula con eso.
Quizás esos dioses de las estrellas o los del agua...
Quizás el viento que nunca calla, la luna junto al sol que siempre le encandila.
Yo no tengo pinchos, ni arranco ojos...
Yo no tengo pinchos, ni arranco ojos...
No hago nada que esté fuera de mi corazón de pájaros.
Dentro de mí han quedado los restos de ceniza y barro...
Aún queman, no los puedo coger con las manos...
Me gusta enterrar los anhelos entre mis plumas...
Y así disimular que ya olvidé, que no vuelvo a echar de menos...
Pero las plumas son ligeras y pronto alzan el vuelo...
Se van a hacer lo que les han pedido,
Limpiar el mundo, repartir magia, invocar sueños.
A si que imagina lo que ocurre...
Que todo se queda destapado, en menos de lo que canta un gallo...
Un gallo de mi corazón de pájaros.
Y ahí está la dura realidad, que tanto me cuesta aceptar...
Y de nuevo, quizás de nuevo, me vuelvo a engañar...
Me enredo en mis propias telarañas de hilo de pescar...
Cuánto duele en la piel, en la boca, en la planta de mis pies...
No tengo ni idea de cuales son las reglas de este juego...
Porque avanzo y lo quemo todo, comienzo de nuevo...
Porque soy crédula e inocente...
Y estoy tan tan desarropada que el hielo ha hecho cama en mi piel...
Mi piel que nunca ha sido de porcelana.
Tengo cosas escondidas que jamás escribiría...
Realidades que acepto por cumplir con mis deseos menos sanos...
Menos buenos....
Y progreso, retroceso, vuelvo de nuevo a la casilla de salida...
Y me canto, me abrazo, me muerdo...
Y me hiero, me amo, me descalzo...
Y solo veo como revolotean los mil pájaros que hay en mi corazón...
Y en mi piel.
Hace poco abrí todas mis puertas de golpe...
Las que me componen por dentro...
Y las cerré al ver que quien esperaba al otro lado no eras tú...
Ni tú, ni tu esencia natural...
No estabas ahí, no sé si lo estarás.
La verdad es que no había nadie al otro lado...
Nadie más que mi eco rotundo y seco.
No me apetece pasarlo mal...
Estoy jugando de nuevo y no sé qué tal se me dará esta vez...
Perdona si cuando me toca mi turno paso más...
Perdona si no lanzo los dados o perdona si te cedo el mover la ficha...
Estoy tan asustada que me cuesta hasta chillar.
Prefiero quedarme callada, entre mis mil pájaros...
Que brotan de mi luz, de mi cabeza, de mi vida...
Y llenan de colores mi descaro, máscara de la vulnerabilidad.
Yo prefiero no generarme expectativas...
Verte a ti jugar y si llegas a sacarme de esta cárcel...
De esta oscuridad que mengua mi ternura...
Si llegas pleno, decidido y real...
Entonces habremos ganado la partida...
Y tendrás un hueco para siempre entre mis plumas de verdad.
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