¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

martes, 14 de febrero de 2017

Manual de la intensidad: mi adiós definitivo.




Manual de la intensidad: mi adiós definitivo.

Hay palabras que hacen magia estando juntas, aunque a veces duela. Ocurre con "adiós" junto con "definitivo" igual que ocurre en "añoro estar"  con "junto a ti", pero bueno esta ultima parte era solo un ejemplo. 

Las palabras se hilan, como un telar especial en nuestra cabeza y son expuestas por nuestra lengua y esa habilidad de convertirlas en algo real, porque las palabras, decir algo, también es un hecho, una vivencia, un recuerdo, una partícula en el mundo. 

En primer lugar quiero decir "adiós", adiós acompañado de esta belleza que me engalana la soberbia, esa que a veces salta cuando alguien me toca la herida que aún sangra. Y digo un "adiós" cargado de pocas ganas para historias a medias y de deseos hacia cosas reales, mirando con esta inmensidad que habita en mis ojos, estoy tomando la decisión de no monopolizar más mi pensamiento creativo. 

Cuando un daño ocurre todo gira entorno a un mismo sentido, lo horrible es cuando ese sentido es inamovible. Aquí es donde debo clavar mi despedida, a partir de ahora me hundiré en mil esfuerzos para escribir sobre cosas que no tengan que ver con amar a alguien a quien no puedes ver. Lo que se llama el cochino amor no compartido por obstáculos humanos, yo también reboso de obstáculos.


La bonita canción de Extremoduro que sirve como cabecera de este texto resume mi sentir. Yo haré "colocada" mi camino de NO espera, porque para ser sincera ya no espero nada de nadie... lo digo en el tono más sabio que puede tener alguien de mi quinta, sin dolor ni resentimiento. Lo he aceptado, me ha costado toda la mañana pero lo he conseguido, dicen que la aceptación es el último paso del duelo y yo he hecho un recorrido exprés hasta llegar a ella.

Definitivo es algo que tiene su final, incorrompible, fijo, como una constante invariable... y cuando sumamos "adiós definitivo" es que una puerta se cierra con una llave que no podremos volver a encontrar. La vida ya me ha dado demasiados sopapos para decirme sin sutileza alguna que espabile de una vez, es en esos aprendizajes de vieja escuela cuando más me he aferrado a la intensidad de mi ser.

Ser intenso es algo que uno no elige, es como el color de piel (excepto para Michael Jackson... siempre debe haber una excepción). Yo nací intensa de los pies a la cabeza, del mismo modo que nací castaña y de ojos marrones, con los lunares bien puestos.

La intensidad es una ventaja a la hora de amar la vida pero resulta un engorro cuando quieres cuadrar con alguien, encajar o simplemente encontrar sentidos que estén por encima y no tan profundo como sueles imaginar que nadas. Una persona intensa es como un pez de aguas profundas, sin embargo la mayoría de peces nadan en aguas menos oscuras.

Te carga de cierta responsabilidad a la hora de intentar no sobrecargar los ambientes y sin embargo cuando ni siquiera estás pendiente de lo que pasa te conviertes sin quererlo en el centro de la atención. Siento que los que somos así tenemos esa capacidad para atraer y sin embargo, en la misma proporción, la misma capacidad para después asustar o alejar. 

Al verme me he leído por dentro y me he entendido. Lejos incluso del miedo a no encontrar piezas que vayan conmigo, ahora sé como sentirme cuando mi propia intensidad hace que el corazón se me salga por la boca, repleto de amores o de miedos, porque ser intensa tiene esas dos caras: las luces y las sombras. 

No puedo ser intensa para los que me ven de lejos y lamento todos aquellos que al principio se quedan atontados con mi hermosura interna, para luego llevarles a ver las cuevas, las grutas, las raíces y que salgan pitando en menos de lo que canta un gallo. 

Yo lo hago todo intenso: escribo intenso, hago el amor intenso, beso intenso, cocino intenso y cuido... cuido siempre con un amor intenso.

Este es mi manual de la intensidad, la que siento que por ahora me trae más penas que risas.

este nuestro adiós definitivo, igual que en persona se me quedan cosas por ser dichas.



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